En un mundo radicalmente cortoplacista y vertiginoso, en el que el éxito parece estar más en el tener que en el ser, no siempre es fácil ver con claridad la flecha que señala el norte: nuestro propósito. Las mujeres están especialmente expuestas al ruido exterior. Desde fuera se insiste en la necesidad de escoger entre los ámbitos de la vida: la profesión o la familia, la profesión o la maternidad. Una disyuntiva injusta, cruel y, sobre todo, innecesaria.