SINOPSIS
Una legislación coherente y al margen de luchas políticas convertiría los centros educativos en esos lugares con posibilidades ilimitadas para nuestros adolescentes, espacios donde la ilusión y la motivación serían el ingrediente básico, y donde el desarrollo del pensamiento crítico y de la creatividad favorecerían su proceso madurativo. Sería muy injusto que nuestros jóvenes sigan siendo las víctimas, que pierdan ese tren repleto de oportunidades de futuro mientras los adultos estamos blandiendo nuestras espadas ideológicas, en vez de ofrecerles la mejor educación y formación posible.